Alfonso X fue rey de Castilla y León, llamado Alfonso el Sabio. Hijo de los reyes Fernando III el Santo y Beatriz de Suabia. Nacido en 1221.
Durante su reinado su mayor ambición fue apoderarse del Sacro Imperio Romano Germánico que le pertenecía por parte materna. Hubieron dos candidatos al trono de emperador de este Imperio: Alfonso X y Ricardo de Cornualles. Sin embargo en 1257 los siete electores no consiguieron ponerse de acuerdo y el trono quedó vacante ya que ninguno de los dos candidatos consiguió imponerse. En 1272 llegó a este trono Rodolfo de Habsburgo y finalmente 1275 Alfonso X decidió renunciar a este territorio ante el papa Gregorio X.
En sus últimos años de reinado, su sucesor, Fernando, su primogénito, murió y como consecuencia de esto comenzaron a haber disputas entre los hijos de este: Fernando y Alfonso y el segundo hijo de Alfonso X, Sancho que fue finalmente quien le sucedió. Pero según otras leyes debían sucederlo los hijos de su primogénito, por ello, para recompensarles intentó darles un reino en Jaén, pero Sancho se negó ya que defendía que todo era para él, y al rebelarse contra su padre, éste lo desheredó en su testamento.
Gracias a este rey se hicieron muchas leyes y normas, pero su labor más importante en este campo fue la introducción del Derecho Romano en Castilla y León.
Fueron los avances que introdujo en la cultura de su reino los que le dieron el título de Alfonso el Sabio. En la Corona de Castilla desarrolló un cultura tanto cristiana como musulmana y judía. La mezcla de estas tres culturas tan diferentes se ve claramente en la Escuela de Traductores de Toledo. Avanzó en todas las áreas de la cultura: astronomía, historia, música, poesía, etc. y en lo que respecta a la arquitectura la obra más importante durante su reinado fue la Catedral de León.
Alfonso X murió abandonado en Sevilla en 1284, pero es recordado como un gran monarca.
Durante su reinado su mayor ambición fue apoderarse del Sacro Imperio Romano Germánico que le pertenecía por parte materna. Hubieron dos candidatos al trono de emperador de este Imperio: Alfonso X y Ricardo de Cornualles. Sin embargo en 1257 los siete electores no consiguieron ponerse de acuerdo y el trono quedó vacante ya que ninguno de los dos candidatos consiguió imponerse. En 1272 llegó a este trono Rodolfo de Habsburgo y finalmente 1275 Alfonso X decidió renunciar a este territorio ante el papa Gregorio X.
En sus últimos años de reinado, su sucesor, Fernando, su primogénito, murió y como consecuencia de esto comenzaron a haber disputas entre los hijos de este: Fernando y Alfonso y el segundo hijo de Alfonso X, Sancho que fue finalmente quien le sucedió. Pero según otras leyes debían sucederlo los hijos de su primogénito, por ello, para recompensarles intentó darles un reino en Jaén, pero Sancho se negó ya que defendía que todo era para él, y al rebelarse contra su padre, éste lo desheredó en su testamento.
Gracias a este rey se hicieron muchas leyes y normas, pero su labor más importante en este campo fue la introducción del Derecho Romano en Castilla y León.
Fueron los avances que introdujo en la cultura de su reino los que le dieron el título de Alfonso el Sabio. En la Corona de Castilla desarrolló un cultura tanto cristiana como musulmana y judía. La mezcla de estas tres culturas tan diferentes se ve claramente en la Escuela de Traductores de Toledo. Avanzó en todas las áreas de la cultura: astronomía, historia, música, poesía, etc. y en lo que respecta a la arquitectura la obra más importante durante su reinado fue la Catedral de León.
Alfonso X murió abandonado en Sevilla en 1284, pero es recordado como un gran monarca.
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